Estoy ahora mismo escribiendo esta autopsia, que promete ser complicada, y no puedo evitar empezar diciendo, más bien advirtiendo, de que existen sesgos de relativa importancia en la historia que se cuenta. Esto es, en primer lugar, por no desvelar historias de vida de terceras personas que ningún permiso han dado, en segundo, porque este poema habla de uno de los pocos pedazos de mi vida realmente privados y que poca gente conoce, y menos aún en su totalidad, y tercero por evitarme problemas con los compañeros sentimentales de loas anteriormente mencionados terceros. Aún así espero que os resulte interesante e ilustrativo en lo concerniente al poema. (1 página)
Historia: Me encontraba yo tranquilamente escribiendo, por fin el cuarto relato de Elías y Jacqueline cuando, sin previo aviso ni solicitud de permiso, me invadió una sensación de nostalgia inmensa y recordé a la flor del primer ensueño (desde este poema tiene ese nombre ya para siempre) no dejándome más remedio que escribir el poema que ayer leíamos. Lo cierto es que ya la había mencionado hablando con Monti aquella misma tarde, pero no me esperaba semejante ataque ya bien entrada la noche… desde luego el poema contaba con el elemento sorpresa.
Sea como fuere lo cierto es que ya van un par de poemas y un relato que termino escribiendo en similares circunstancias y ello me resulta cuanto menos turbador.
La historia de la chica en cuestión, o de nuestra relación, por llamarlo de alguna manera, se remonta a antes de mi primer poema, lo cual quiere decir que era yo mucho más niño, si cabe, de lo que soy ahora mismo. Esta chica, de la que no daré más datos que los que ya se incluyen en el poema, fue la primera que me agradó, en múltiples sentidos, y fue la que asentó los estereotipos de lo que me resultaría atractivo en una mujer en adelante. Irónicamente, y pese a su gran influencia en mí, dado que por aquel entonces aún no escribía, y que no me di cuenta del efecto que había tenido en mí hasta bastante tiempo después, esta mujer no está tan presente en mi poesía como lo están sus efectos en mi vida cotidiana.
Nacimiento: Estamos ante uno de los poemas que Monti calificaría, no se lo ha hecho pero si le preguntas se limita a reír y quien calla otorga, de cursis. De vez en cuando, en mitad del mar de cínica ironía que es mi poesía, hallamos islotes de dulce melancolía, este poema es uno de ellos. También hay poemas de amor y desamor, pero desde que abrí el blog no he pasado por ninguna de esas dos cosas, por lo que aún no he podido colgar ninguna de esas excepciones a mi norma poética. Lo cierto es que no hubo particulares peculiaridades en el proceso que me llevó a escribir el poema. Como suele aconteces con los poemas que se escriben sin necesidad de pensar, como una cascada que brota desde uno mismo y va a dar a la pantalla del ordenador con el teclado como único intermediario, no tuve que reflexionar ni modificar demasiadas cosas a posteriori.
Los rasgos de la chica que pasaron a formar parte de mi imaginario están bastante claros en el poema en sí, de modo que prefiero ahorrarme el especificarlos, por los motivos antes expuestos.
Curiosidades: Amén de unas cuantas batallitas y vivencias personales relacionadas muy lejanamente, en términos cronológicos, con el poema, no hay prácticamente ninguna anécdota relevante. Sólo hay dos excepciones.
Por un lado el hecho de que el poema tuvo tres títulos, contando el definitivo. el primero fue «Recuerdo de infancia» con luego algunos juegos sobre la carga sexual, luego estuve intentando algo con «Génesis de» y algo más que no llegue a encontrar, para terminar quedándome con el nombre que le doy a la chica en cuestión, y que aparece por primera vez en este poema… es algo curioso de los títulos, son los detalles los que los determinan muchas veces.
La otra excepción es el juego del tic y el tac de un reloj, un recurso, como digo en el propio poema bastante manido, y que sin embargo no pude evitar poner en este también. Supongo que siento una suerte de obsesión con el paso del tiempo y los cambios que se producen en nosotros a causa del mismo. Cosas de nostálgicos.
Y hasta aquí la autopsia de este, para mí, turbador y a la vez conmovedor poema que demuestra que incluso gente como yo tenemos un corazoncito que incluso asoma de vez en cuando. Por lo demás, como se solía decir: Así es la poesía y así se la hemos contado.