Sé que puede parecer que cuando llamé a la sección eviscerando el verso fue porque sólo iba a analizar poemas, pero no, simplemente fue el nombre que más gracia me hizo. De modo que sin más dilación aquí tenemos la autopsia del relato de ayer. (2 páginas)
Historia: Lo cierto es que no hay ninguna gran revelación detrás de los motivos que me llevaron a escribir este microrrelato. Recientemente he leído Buzón de tiempo de Mario Benedetti, un préstamo de “mi” rosa que tendré que terminar por comprarme para mi colección, una vieja manía, probablemente relacionada de algún modo con el síndrome de Diógenes. El mencionado libro no es sino una colección de microrrelatos bastante inconexos que me han animado a probar suerte a mí mismo en dicho género. No hay mucha más historia, este hecho, unido a la ausencia de otra cosa que publicar fueron las causas que llevaron al nacimiento del relato que ayer leíamos.
Nacimiento: La idea original era la de un hombre que salía de una cafetería y se encontraba con su propio cadáver, siendo el hombre consciente de sus alucinaciones. Sí, todavía estoy desquitándome de quienes llamáronme cursi. A partir de ahí el proceso fue bastante sencillo. Empieza con alguien despertando porque es mi forma preferida de empezar los relatos. Es posiblemente un recurso simplista e infantil, pero no se me ocurre comienzo más inicial que el amanecer de un nuevo día.
El hecho de que sea ingeniero se debe a que no quería que fuera escritor, por ser un tipo de profesionales demasiado manidos ya en el mundo de lo literario. Lo anterior, en feliz conjunción con el que mi crítico y mejor amigo sea estudiante de último curso de ingeniería mecánica y que por tanto era un mundo acerca del cual me resultaba relativamente fueron las causas de la decisión.
El resto del proceso es si no bastante sencillo si muy autónomo. Dejas a un personaje que conoces en un entorno sin concretar y esperas a ver a donde te lleva, haciéndole pasar por descontado por los puntos clave que te has marcado, en este caso la cafetería y el final.
Dicho sea de paso el título me costó horrores de encontrar, y fue lo último que escribí, antes tenía otro título, uno provisional, que odié desde le momento en que lo mecanografié.