Alguien dijo una vez que la vida es la mentira que nos contamos a nosotros mismos. Esta es mi versión de esa afirmación, una pequeña reflexión sobre lo engañoso de la memoria.
Invierno
La noche era…
neón y luces de ciudad,
alcohol en la cuneta
y juventud casi animal.
Decidimos llamarlo amor
entre las paredes de un baño,
olor a ginebra y sudor,
en un catre prestado
decidimos llamarlo error.
Te recuerdo exuberante y salvaje
con ese deje de hiena en tu rostro,
desnuda y suplicante
entre gemidos y suspiros rotos.
Pero, si me paro a pensarlo…
Quizás la noche,
fue mar y arena,
un beso que apenas fue roce
y sonrisas sinceras.
Quizás recuerde
el olor de un abrazo,
el sabor de una lágrima
tu sonrisa cuando me muerdes
y un futuro apenas soñado.
Quizás decidimos llamarlo,
sencillamente,
un absurdo amor de verano.
(06/03/05)